En la Región de Murcia la temporada de setas es muy corta, apenas dura unas semanas en el mes de noviembre, si las lluvias acompañan y el calor, viento y heladas no lo impiden. Si el año no es malo, con suerte, pueden cogerse los primeros guíscanos (Lactarius sp. pl.) ya en la última semana de octubre y la florada puede prolongarse hasta la primera quincena de diciembre. El lugar más indicado, sin duda, es la comarca del Noroeste murciano.
Como en este lluvioso otoño de 2012 se han acumulado, en dos meses, desde finales de septiembre, más de 200 litros por metro cuadrado en cualquier punto de las sierras prelitorales murcianas, el suelo está muy húmedo. Además aún no ha hecho frío, ni hemos tenido días de viento, perfecto para ver setas a cada paso y, sobre todo, para salir al monte a coger guíscanos, que bien cerca de la ciudad de Murcia también los hay.
Con esa intención nos acercamos el pasado lunes a un pinar concreto del Parque Regional El Valle-Carrascoy, prácticamente al lado mismo de casa. Eso sí, fueron claves las indicaciones que nos dieron, suficientes para intentarlo, al menos para no ir a ciegas. La abundancia de este año y seguramente la suerte del principiante hicieron el resto, ¡los encontramos!, a pesar de que la zona se veía frecuentada y rebuscada. Y uno de los primeros, a minutos de dejar el coche, fue el anterior, un guíscano rojo o de sangre (Lactarius sanguifluus) bien sano, que extraje completo, incluido el pie, para la fotografía.
Sin embargo, los guíscanos o níscalos como se les conoce en Murcia, nízcalos, mízcalo, mizcle, rovellón, rebollón, etc. en otras zonas de España, son principalmente de la especie Lactarius deliciosus, comunes durante el otoño en los pinares de toda la Península Ibérica. Pero en la Región podemos encontrarnos también este otro de las imágenes, L. sanguifluus, algo menos frecuente por ser más termófilo y también excelente comestible, aunque de mejor sabor y consistencia.
Por lo general los guíscanos, ambas especies, se «esconden» muy bien entre la pinocha, mucho más que los de las siguientes fotografías, y hay que tener bien entrenado el ojo y saber dónde buscarlos. Pero no hay que desistir en el intento, por muy inexpertos que nos consideremos, porque no son raros, sino comunes, aunque pueda parecer lo contrario, solamente ocurre que estas setas están sobreexplotadas.
Su porte es muy característico, tanto como su coloración, anaranjada en Lactarius deliciosus y rojiza, más pálida y a veces verdosa en L. sanguifluus. El pie del siguiente guíscano no deja lugar a dudas de la especie que se trata. Precisamente porque son fáciles de identificar se recolectan casi como ninguna otra en esta región tan micófoba y poco aficionada, en general, a coger setas.
Y si aún tuviésemos dudas estas se desvanecerán una vez los cortemos y manipulemos. En el mismo corte apreciaremos en el pie una circunferencia anaranjada o rojiza y cuando los tocamos los dedos quedarán impregnados de un líquido algo viscos (látex) del mismo color. La primera característica se aprecia bien en la siguiente fotografía y la segunda la comprobaremos en nuestras manos, directamente en el campo, frotando cualquier parte de la seta.