Flora de Murcia
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31 de marzo de 2018 · Archivado en la categoría Orquídeas, Personal
En el mes de marzo de 2018 se publica un artículo en la revista Anales del Jardín Botánico de Madrid en el que se da nombre a una nueva planta. Se trata de la «orquídea híbrida de Pedro Solano», resultado del cruce de la «orquídea de la colina» y la «orquídea mariposa«, que recibe, en consonancia con la nomenclatura de –actualmente– aceptación mayoritaria, el nombre científico de Anacamptis x dafnii nothosubsp. solanoi Serra & López Esp.
Aunque con rango de notosubespecie, el taxón solanoi, dedicado al agente medioambiental Pedro Solano, corresponde –sin duda– a una planta especialmente distinta, muy singular y muy rara, que –además– ha despertado un gran interés en los aficionados a la botánica y fotógrafos de naturaleza, no sólo murcianos sino también de muy distintos puntos de España, desde que en enero de 2016 comienzan a localizarse los primeros ejemplares en las Sierras de Cartagena. En la franja litoral oriental de la Región de Murcia se concentra el principal grupo de individuos conocidos de este híbrido en la Península Ibérica, donde se han censado 53 plantas en 4 localidades, durante el periodo de floración de 2017.
La primera planta cartagenera de esta nueva orquídea, observada por Pedro Solano el 23 de enero de 2016, en la Colada del Cedacero (al oeste de la ciudad de Cartagena), es la de la fotografía que abre esta entrada. Y las dos primeras flores de 2018 de la segunda detectada, por Juan Mompeán, apenas unos días después hace dos años, en Atamaría (Parque Regional de Calblanque), es la anterior. Entre ambas imágenes han transcurrido 24 meses, tiempo necesario para seguimiento, redacción y publicación del artículo científico citado que, principalmente, es resultado de un gran e impecable trabajo del botánico alicantino Lluis Serra [en el que he podido participar como coautor], publicado en la versión electrónica de revista Anales del Jardín Botánico de Madrid el 2 de marzo de 2018:
28 de febrero de 2018 · Archivado en la categoría Opinión, Personal
Qué difícil presente y futuro tienen los herbarios públicos de la Región de Murcia.
Y ese ha sido un motivo principal para finalizar de forma indefinida mi ánimo recolector, y también para cerrar mi colaboración, en los últimos tres años ciertamente sólo a modo de contribuciones puntuales, con el Herbario de la Universidad Politécnica de Cartagena. Simplemente ha ocurrido que he asimilado que la recolección, como actividad científica y profesional, debería de estar –al menos– oportunamente valorada, al mismo tiempo que suficientemente impulsada, y no sólo por uno mismo. No lo está, y ya, así, tampoco corresponde poner más esfuerzos e interés personal.
Recolectar es una práctica básica y la base fundamental de la ciencia Botánica. Por esto especialmente lamento la falta de valor, y que me falte impulso, para continuar recolectando. Mis 850 plantas vasculares herborizadas para la Universidad Politécnica de Cartagena son una aportación modesta en número, porque ha faltado intensidad. Pero he cuidado la calidad de las recolecciones, que se han centrado en especies y localidades de gran interés para un ámbito geográfico determinado y restringido a zonas y sierras concretas del sureste de la Península Ibérica. Y la información es completa y muy precisa, en fichas de herbario y base de datos.
18 de enero de 2018 · Archivado en la categoría Lugares, Meteorología, Personal
No importaba que estuviese previsto casi prácticamente para día y hora, ni vivir la nevada ‘in situ’, porque sólo hay una palabra para aquellos magníficos momentos de nieve, por inusuales como extraños en Murcia: increíble.
Grandes copos cayeron en el centro de la capital regional y los murcianos disfrutaron como niños cuando trapeaba con intensidad en la plaza de la Catedral. Además, cuajó para mantener un paisaje blanco durante horas en las pedanías del sur de la ciudad, al pie de las sierras prelitorales de Murcia. Y entre estas localidades se encuentra El Palmar, mi pueblo, a 70 m s. n. m., donde una tan copiosa nevada no se repetía desde 1983. Cómo buen ejemplo la anterior fotografía, una imagen representativa de aquel fantástico miércoles 18 de enero de 2017, realizada cerca de una zona ajardinada de «Nuevo Palmar», próxima al cuartel de la Guardia Civil, con los edificios del Barrio de los Rosales y del Pabellón Universitario Virgen de la Arrixaca, al fondo. Cuatro centímetros de nieve cubren el suelo y los matorrales de salao de los campos.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había emitido aviso por riesgo de nevadas durante la mañana del día 17 de enero: «En Baleares y el sureste peninsular los vientos del noreste, además de temperaturas bajas, aportarán humedad y precipitaciones en forma de nieve en cotas muy bajas pudiendo producirse ocasionalmente nevadas al nivel del mar en esas zonas«.
Los modelos meteorológicos lo apuntaban con antelación y, como la nevada iba a producirse en el entorno de la ciudad de Murcia, un muy buen lugar para recibirla era el Parque Regional El Valle, en concreto la Cresta del Gallo. A las 10 h del 18 de enero caían unos primeros y mínimos copos y, durante un tiempo –allí mismo–, parecía que de nuevo se nos esfumaba el fenómeno anunciado, el que es la mayor suerte meteorológica en nuestro territorio, hasta que –por fin– la nevada comenzó, con intensidad, sobre las 11:30 h, momento en el que, habiendo seguido la senda de los Carpi, nos encontrábamos –literalmente– en el interior de la Cresta del Gallo:
La nevada era realmente muy importante en el Parque Regional al medio día y, sobre las 12:30 h, las carreteras del espacio protegido se habían convertido en peligrosa pista de patinaje, con evidentes riesgos para circular en coche y permanecer en ellas estando ya tan transitadas y en tales condiciones; aunque realizamos una última parada imprevista, en el «bar de la balsa»:
En el inicio de la tarde continuaba la nieve intermitente y persistía la nevada, que invitaban a una ruta más amplia, a pie, desde el mismo pueblo hasta las ruinas árabes del cercano y milenario paso entre montañas. Caminando en dirección al puerto de Cartagena, en todo momento rodeados de nieve, cada mirada al horizonte ofrecía un sorprendente frío paisaje blanco:
El tramo final de ruta elegido fue el que termina en el Castillo del Portazgo Superior, palacio fortificado del emir árabe de Murcia Ibn Mardanís (el «Rey Lobo»), en la imagen, sobre las 17 h, desde donde –con una perspectiva amplia– se podía grabar en la memoria y fotografiar la nevada en el Puerto de la Cadena.
Además, algunas plantas que encontramos entre la nieve también quisieron regalar pequeñas grandes sorpresas:
Finalmente, por último, enlazar aquí a las portadas del diario La Verdad del día siguiente, sobre aquel histórico 18 de enero de 2017 en el sureste peninsular (informe AEMET Murcia), por el que el periódico de mayor tirada regional abría con fotografía –a página completa– de la nieve en Murcia y Cartagena. Entonces, el día 19 de enero, cuando la prensa destacaba la nieve como gran noticia en las dos grandes ciudades de la Región, se producía una nevada muy importante en el Noroeste murciano, como había advertido el aviso rojo de AEMET para la comarca.
11 de septiembre de 2016 · Archivado en la categoría General, Personal
Remontándonos en el tiempo muy atrás, estaba acabando noviembre de 2015, hace diez meses, finalizado el congreso organizado por ANSE y la Facultad de Biología, en el fin de semana inmediatamente siguiente, fue buen momento de plantar las primeras flores en una [mi] parcela del Huerto de ocio de Aljucer, un espacio o zona verde municipal del programa «Huertos de ocio» del Ayuntamiento de Murcia.
La primera flor, y fundamental, fue un vinagrillo de flores rosadas, concretamente Oxalis bowiei, del grupo de ejemplares naturalizados-adventicios del Puerto del Garruchal que en su día me había indicado el Agente Medioambiental Pepe Moya. Esta planta tiene un significado especial porque, curiosamente, siendo tan común, omnipresente y conocida otra especie con flores amarillas en la Huerta, «resulta paradójico que aquí, en Murcia, en la que podría denominarse la tierra del vinagrillo, crezcan otros vinagrillos de flores rosadas y que hayan pasado tan desapercibidos» [¿Los conoces? Podría ser que no…]. Así que, después de haberlos buscado y estudiado (se publicó sobre ellos un artículo científico y un reportaje en prensa), sólo quedaba tenerlos plantados, del mismo modo que otrora hicieron algunos huertanos en sus huertos.
La segunda flor, necesariamente, tenía que ser la borraja (Borago officinalis), una planta igualmente muy huertana, pero tratada con desdén en la Huerta de Murcia del siglo XXI, hasta el punto de que en la actualidad es una especie realmente escasa y puntual. Pepe Sánchez Tomás conocía un –aún– grupo numeroso de borrajas en un bancal junto al Azarbe de la Tierra Roya de Beniaján, en el –prácticamente– mismo lugar donde las había plantado un huertano al menos hace cinco –y seguramente más– décadas. De allí proceden las cepas que crecieron y florecieron en abundancia en la parcela nº 35 del Huerto de ocio de Aljucer; aunque, curiosamente, muy cerca del huerto también crecían y crecen ejemplares (que bien merecieron ser el pliego número 3183 para el Herbario UPCT), plantados y supervivientes, también adventicios, incluso de flores blancas, de la variedad menos ruda y más agradable al paladar.
Por último, la tercera planta con flores, con miles de flores, fue un regalo, del biólogo Gabriel Pardo, que como la anterior, atrae a numerosos insectos polinizadores. La milenrrama (Achillea millefolium), floreciendo profusamente desde el final de la primavera hasta pleno verano, es habitual en determinadas huertas, aunque no tanto en las murcianas, que ha sido plantada, y se ha naturalizado (pudiendo ser y considerarse hasta mala hierba), por sus múltiples usos y aplicaciones medicinales, hoy día ignorados o en gran desuso local. Además de los auxilios que proporciona en el huerto una planta tan florífera, su presencia en la parcela es otro guiño a la flora silvestre, porque en la Región de Murcia, de esta especie, sólo se conoce un grupo de ejemplares espontáneos junto a una fuente en Sierra Espuña, que presentan la particularidad de vistosas flores (de lígulas) de intenso color rosado purpúreo.
Finalmente, otros motivos, realmente importantes, por los que un naturalista y botánico de profesión, casi siempre centrado en recorrer sendas y monte a través, en busca de las #floresdeMurcia, destina (y ya era hora) parte de su ocio en un huerto: 1) mi padre y mi abuelo fueron agricultores, 2) sin duda cultivar es inherente a la naturaleza humana, y queda pronto comprobado que poco puede ser más satisfactorio que «volver a la tierra» y –fundamental– 3) producir alimentos, ecológicos, algunos auténticas joyas, de sabor inigualable, como tomates, de variedades tradicionales, escasas o poco habituales, que tan amablemente facilita el gran profesor de biología José María Egea, artífice de la Red de agroecología y ecodesarrollo de la Región de Murcia, germen de iniciativas tan valiosas como Biomurcia y Del Campus al Campus.
Pero desde luego, sin olvidar, porque ha habido suerte, que:
30 de septiembre de 2015 · Archivado en la categoría General, Personal
Nuestro mar, el mar entre tierras, el mar de los europeos latinos, el Mediterráneo: miles de lugares y enclaves únicos, junto a su orilla o en sus aguas, donde contemplarlo, donde detener el tiempo, aunque sea sólo minutos.
Así que, sin duda, ha sido toda una suerte que durante el verano de 2015 el Mar Mediterráneo me haya acompañado –con su proximidad– en numerosas jornadas de campo. Y fue prácticamente inevitable acercarse a él, antes o después del trabajo; para una fotografía, también para un baño rápido.
Por ejemplo, inmediatamente antes del seguimiento de sabina de dunas (Juniperus turbinata), en el Parque Regional Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, mientras esperaba a que hubiese luz suficiente para las fotografías; en la Playa de Torre Derribada, al amanecer, con el sol apenas rebasando las nubes que cubrían el horizonte.
Después de la segunda jornada en el Lomo de Bas buscando brezo blanco (Erica arborea), en una muy pequeña cala al medio día solar, con el mar calmado y sus aguas azules y transparentes; justo antes de comer en el [nuevo] chiringuito de la cercana Playa de Percheles de Mazarrón.
O en un rincón de la Playa la Carolina de Águilas, en el día del que fue último seguimiento de Scrophularia arguta al pie del Castillo de San Juan, con las luces suaves y sombras del atardecer, esperando a que pasasen algunas horas para volver y comprobar cuanto había endurecido la poxilina y se había secado la pintura del marcaje sobre las rocas.
Y de nuevo –por último– en la Playa de Torre Derribada, en San Pedro del Pinatar, igualmente –como en la ocasión anterior– a las pocas horas del amanecer, pero después del definitivo seguimiento de sabina de dunas (Juniperus turbinata), para el último baño del año y –de esta forma– aliviar algo el picor del ataque de varias decenas de muy agresivos mosquitos (Aedes caspius).
29 de enero de 2013 · Archivado en la categoría General, Personal
El clatro rojo, nombre científico castellanizado que se da a Clathrus ruber, o huevo del diablo, según la Guía de Hongos Micodes, es un hongo extraño y fascinante, propio de territorios cálidos y poco frecuente en la Península Ibérica, que podemos encontrar a comienzos del invierno en algunas sierras murcianas.
Las lluvias del pasado noviembre consiguieron despertar mi interés por las setas y, sobre todo, lograron que dejara de ser un ignorante casi al completo en la rama botánica de la micología. Sin embargo, entre los contados hongos que ya conocía estaba Clathrus ruber y recuerdo perfectamente cuando lo observé por primera vez [*]. Era diciembre de 2002 y visitábamos la Barlia robertiana del Llano del Beal, por aquel entonces el único ejemplar -conocido- de esta orquídea en la Región de Murcia. Y allí, muy cerca, casi escondido entre las hierbas, crecía una pequeña de estas rejas del diablo o vómito de bruja, como se llaman en Cataluña («rejes de diable» y «gita de bruixa», respectivamente). [*Respecto a lo indicado en este párrafo VÉASE NOTA IMPORTANTE al final]
Diez años, como los que habían transcurrido, son muchos e incluso me planteaba buscarlo. Pero el azar quiso que en una típica salida de campo de diciembre, en las que se anda mucho y se ven flores las justas, nos tropezásemos de casualidad con un grupo de tres ejemplares de este singular y pestilente hongo. Dos muy pasados y el de la fotografía, que se hizo teniendo como trípode al suelo, porque la hora, cercana al atardecer, y el lugar, un bosque cerrado y umbrío, obligaban a una exposición larga de más de un segundo.
Al día siguiente, por la mañana, volvimos al mismo lugar, a verlo de nuevo, y las moscas -más bien moscardones por su tamaño- eran numerosas sobre el clatro y, muy activas, se concentraban y detenían una y otra vez en el carpóforo, rebuscando con avidez, en todos sus recovecos, la ansiada carne putrefacta que engañadas ven y huelen pero que nunca encontrarán. Un espectáculo, orquestado por la evolución, que tiene un único objetivo, que el insecto se lleve las esporas.
Si este elaborado mecanismo de dispersión de las esporas, su forma, olor y nombres no resultan lo suficientemente atractivos como para buscarlo o prestar atención en diciembre y enero durante las salidas al campo dejo a continuación las observaciones que sobre la especie se hacen en La Guía Incafo de los hongos de la Península Ibérica, de Moreno, Manzón y Zugaza (1986): «conocida desde la edad media y utilizada en brujería. Su hallazgo en el campo era considerado como símbolo de mal augurio y quizá por ello, en algunas zonas, aparecen sus carpóforos pisoteados sin contemplaciones».
17 de enero de 2017:
Por confusión y/o determinación rápida en campo, aunque ni más ni menos que del [gran] botánico Pedro Sánchez Gómez, a quien acompañaba aquella mañana de diciembre de 2002, arrastré años [¡12 nada menos!] el error en la determinación de aquel hongo de pequeño cuerpo fructífero, rojizo, enrejado y maloliente, del Llano del Beal y que creía mi primera observación de Clathrus ruber.
En marzo de 2014, muy cerca, aunque no lo iba buscando, pude detectar a aquel hongo de nuevo y fotografiarlo (imagen anterior), también en las proximidades de la carretera minera RM-F 42, en el interior del Parque Regional de Calblanque, Peña del Águila y Monte de las Cenizas. Surgió la duda, y al comprobarlo cambió por completo la determinación, se trataba del colo rojizo (Colus hirudinosus).
No me sorprende la confusión y/o determinación rápida en campo del Catedrático de Botánica, porque nadie es infalible, ni siquiera los expertos, y además porque, poco después de la identificación correcta, me planteé la siguiente reflexión, basada en qué podemos fallar si nuestra fuente de información es incompleta, o nos puede conducir a equivocación:
En definitiva, “moraleja”, revisa, no importa cuando, cualquier duda botánica que surja y, muy importante, también, corrige ésta si corresponde, soluciona el error si se ha producido, sobre todo evita que se encadene y multiplique: es fundamental rectificar cualquier posible origen de incertidumbre y confusión posterior.
2 de mayo de 2010 · Archivado en la categoría Orquídeas, Personal
En el lugar de siempre, ahí están, fieles a nuestra cita casi anual, desde 1993, 17 años ya. Los primeros días de mayo, entre las sierras del Tejo y Villafuerte, en Moratalla, la orquídea de dama (Orchis purpurea) se encuentra en floración.
Para darla a conocer, como novedad para la flora de la Región de Murcia, acompañé a la zona a los botánicos Diego Rivera y Francisco Alcaraz, tal día como hoy -de la madre-, por entonces 3 de mayo de 1998; solo unas semanas antes, el 10 de abril de 1998, recolecté el primer pliego murciano de la especie, depositado en el Herbario del Real Jardín Botánico de Madrid (MA 599109), que sería también mi primer pliego depositado en un herbario importante, duplicado del que se quedó en el Herbario la Universidad de Murcia (MUB 48736).
Después, en 1999, pude contactar con el botánico Pedro Sánchez Gómez, autor principal de «Orquídeas de Murcia», de 1998, y se editaría la segunda adenda al libro, lo que sería mi primera publicación botánica (clic aquí para descargar). Al año siguiente, se publicaría la ADENDA 2000 del libro «Flora de Murcia», que sería mi segunda publicación botánica (clic aquí para descargar), donde también contribuía con Orchis purpurea y, además, con Scilla autumnalis.