Flora de Murcia
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28 de febrero de 2015 · Archivado en la categoría General
Responder a la pregunta que titula esta entrada podría hacerse con un rotundo (y mayoritario) NO. Las flores silvestres son bonitas y no dejan indiferentes con sus formas, colores y hasta abundancia, tan cercanas y casi omnipresentes, vistosas y llamativas cada especie en su época, en su momento exacto de esplendor. Pero hasta ahí, muchas no son merecedoras siquiera de recibir nombre común y, para un público en general, son practicamente unas completas desconocidas, mucho más en origen, distribución, usos y propiedades medicinales, etc.
Por ejemplo, una pequeña encuesta, realizada a un grupo reducido de miembros universitarios (PAS y estudiantes), sobre las especies de una tarjeta postal de la Flora de Murcia, con preguntas orientadas a determinar –entre otras cosas– si se identifican o no flores silvestres representativas de algunas familias, de especies comunes –en teoría– para cualquier persona (gladiolo, clavel, orquídea, tomatera, etc.), evidencia que realmente a las plantas de forma mayoritaria no se les presta una mínima atención ni se conocen. El resultado, aunque no es necesariamente significativo, por el tamaño de la muestra, sí llega a aportar una aproximación cualitativa de la realidad, tal y como se esperaba, incluida la excepción a la regla.
Con la finalidad de revertir –en parte– la situación anterior, este blog, como continuación de la Guía electrónica de la Flora de Murcia de 1999, y posteriormente complementado en 2010 con la página en Facebook Flora de Murcia, fue creado como herramienta para conectar y divulgar, para facilitar el conocimiento sobre la flora de Murcia. Con el mismo objetivo, y eslogan descubre tus flores, arranca floresdemurcia.com, en el futuro un escenario integrador de contenidos, con las #floresdeMurcia como protagonistas, que no puede tener mejor inicio que promoviendo cinco actividades (plantaciones, charlas, rutas, cursos) en marzo y abril.
16 de enero de 2015 · Archivado en la categoría General
Los árboles monumentales, aunque vegetales ancianos, en muchos casos de aspecto decrepito, son majestuosos monumentos naturales y testigos vivos del paso de la historia. Por la admiración que despiertan en quienes los conocen y sobre todo por el significado natural, social y cultural –hasta económico–, es de vital importancia conservarlos como parte relevante del patrimonio de un territorio.
Sin embargo, alcanzada gran longevidad, llega irremediablemente su decadencia y, cuando evidencian progresión –a veces acelerada– hacia el final de sus días, sólo puede esperarse una cada vez más probable y al mismo tiempo anunciada pérdida, acontecimiento, sin duda, triste y lamentable.
Curiosamente, muchos de estos viejos árboles son desconocidos, salvo para los habitantes de una zona escasamente poblada, o para los visitantes de la misma, de tal forma que la desaparición de ejemplares notables e insignes no alcanza –al menos– la trascendencia merecida. Buen ejemplo de esta circunstancia sería la ocurrida con el Roble de las Lentejas, en Casas Nuevas (Mula), que murió en 2005 y al que se le atribuyó –erróneamente– hasta edad milenaria. Realmente era impresionante contemplarlo, incluso estando ya muerto y con las ramas desgajadas de su grueso tronco.
Pero hay casos radicalmente opuestos, como el del singular Pino de la Luz –en las imágenes–, localizado frente a la fachada del Eremitorio de la Luz, en el Parque Regional El Valle. Este enorme pino carrasco (Pinus halepensis), de peculiar porte y copa aparasolada que recordaba a un pino piñonero, era el árbol más longevo del Parque, donde era muy conocido –hasta famoso– y –podría decirse– que se había convertido en símbolo del mismo, por el lugar (mágico) donde se ubicaba (al pie de la Luz), sus grandes dimensiones y su sugestiva e inconfundible silueta. Imposible que no captase la atención y que causase fascinación.
Lamentablemente el Pino de la Luz ha muerto en 2014. Su actual copa amarronada, así desde el pasado octubre, que se torna anaranjada al final de las tardes de invierno, es su última forma de resplandecer. Con su extraño follaje de coloración otoñal, esplendoroso por las últimas luces del año que lo vio morir, quise inmortalizarlo. No sólo para mi archivo fotográfico, sino como merecido recuerdo de sus momentos finales, también para compartirlo de este modo definitivo con tantos que lo conocieron.
24 de enero de 2015:
La desaparición de este anciano vegetal fue noticia el domingo 18 de enero, en el Diario La Verdad. En el siguiente recorte de prensa puede leerse el artículo, de Miguel Ángel Ruiz, titulado ‘El pino de La Luz se queda sin fuerzas’, en el que se destaca que «la sequía y el barrenillo acaban con el emblemático gigante de El Valle, que será talado».
29 de noviembre de 2014 · Archivado en la categoría General
Estaba transcurriendo el otoño de 2014 en el Parque Regional El Valle de Murcia primero con lluvias generosas y después con montes verdes e importante floración serotina. Sin embargo, faltaban las fructificaciones de la mayoría de los hongos, que seguían esperando latentes bajo tierra.
A finales de octubre y en las primeras semanas de noviembre pudieron verse –hasta con relativa frecuencia– los llamativos cuerpos fructíferos de las rejas del diablo (Clathrus ruber), numerosos grupos de paxilos (Tapinella panuoides) en los astillados y durante unos días abundantes bojines (Suillus mediterraneensis), pero ¿donde estaban las demás setas?
Pues simplemente esperando a ese momento que puede ocurrir en noviembre –sólo algunos otoños– y que todo apuntaba tenía que producirse, como así ha sido justo en la última semana de este mes, cuando se dieron las condiciones de elevada humedad ambiental generalizada, que –realmente– se han hecho de esperar.
Pero al fin, durante estos días de finales de noviembre y comienzos de diciembre de 2014, se podrá disfrutar –a escasos kilómetros y minutos en coche de la ciudad de Murcia– de una diversa florada de setas, también de los apreciados guíscanos (Lactarius sanguifluus), aunque para encontrar éstos –si bien ayuda ver a su chivato (Russula torulosa)– habrán de conocerse a la perfección los rodales y sobre todo haber acumulado muchas horas en su búsqueda, para localizarlos bien escondidos –hasta incluso invisibles– bajo musgo y pinocha, donde sólo los más experimentados buscadores consiguen detectarlos con un simple vistazo.
Puede que de una visita al Parque Regional El Valle no nos traigamos a casa una cesta con un par de kilos de guíscanos, pero con facilidad observaremos muchas setas: una nueva fructificación de bojines (Suillus mediterraneensis), numerosos pie azul (Lepista sordida), negrillas (Tricholoma terreum), patas de perdiz (Chroogomphus rutilus), Tricholoma caligatum, Hydnellum rufescens y los últimos rejas del diablo (Clathrus ruber), entre otras tantas especies de hongos que sólo se dejan ver por encima del suelo unas semanas en esta época concreta.
31 de octubre de 2014 · Archivado en la categoría General, Meteorología, Opinión
Las lluvias son siempre factor clave y determinante de desarrollo vegetal y floración, pero lo son aún más en el territorio semiárido de la Región de Murcia, particularmente cálido y seco, hasta tal punto que marcan una diferencia muy notable de producirse a no, un antes y un después. Y en concreto, para poder disfrutar de una primavera otoñal las precipitaciones resultan fundamentales, si tienen lugar en el periodo más propicio tras el verano, durante las dos últimas semanas de septiembre. Que esto ocurra, encontrándonos en una tendencia meteorológica de irregularidad y sequía, es un regalo casi inmediato para quienes disfrutan de la naturaleza.
Esta situación, impredecible, de lluvias importantes en el momento idóneo, en décadas pasadas habitual y repetida durante cada comienzo de otoño, se ha producido en 2014, poniendo fin además a un periodo especialmente nefasto para flora y vegetación, que no había terminado de despertar desde –ni de recuperarse del– verano de 2013, en lo que podría denominarse annus horribilis para profesionales y aficionados de la botánica, y sobre todo para las plantas, las principales damnificadas por una sequía excepcional, en muchas zonas sin precedentes.
Sin embargo, a mitad de septiembre, el día de la Patrona de la ciudad de Murcia, descargaron lluvia las nubes en las sierra prelitorales, en varios chaparrones vespertinos de pocos minutos de duración. Esos apenas 2,5 litros por metro cuadrado fueron suficientes para desencadenar el desarrollo y la floración en –literalmente– contados cinco días de la flor de la estrella (Lapiedra martinezii), en la imagen anterior, una de las bulbosas mejor adaptadas a este rincón del sureste peninsular.
De haber quedado así, otros años ha sucedido, la sequía podría haber sido la constante en octubre y hasta noviembre, como viene siendo común en otoño y hasta en primavera, con días y días sin lluvia. Pero esta vez, por fortuna, transcurrida una semana, volvieron las precipitaciones, exactamente el día 22 de septiembre, y se produjeron acumulados relevantes a lo largo de la siguiente quincena, por encima de los 50 litros por metro cuadrado y superiores a los 90 en El Valle y Carrascoy.
De nuevo un otoño primaveral o una primavera otoñal, época del año –cada vez más restringida en el tiempo en Murcia y Cartagena– para salir al campo y encontrarnos a los montes reverdeciendo, con floración abundante, durante estos meses de tantas y tan interesantes especies de flora mediterránea serotina: narciso de otoño (Narcissus obsoletus), escilas de otoño (Scilla autumnalis y S. obtusifolia), ranúnculo de otoño (Ranuculus bullatus), quitameriendas (Merendera filifolia), oroval (Withania frutescens), margarita común (Bellis sylvestris), en la imagen anterior, etc. También otras que lo hacen principalmente en la primavera estacional vuelven a tener flores, como chumberillo de lobo (Caralluma europaea), oroval o bujera (Withania somnifera), mirto (Myrtus communis), en la imagen anterior, etc., aprovechando esta segunda oportunidad.
Sin duda, es una temporada esplendorosa de las flores de Murcia, que se puede y necesariamente se tiene que experimentar en los espacios naturales, en el lugar más inesperado, al siguiente paso junto o muy cerca de cualquier camino o senda.
20 de septiembre de 2014 · Archivado en la categoría General
El argán (Argania spinosa) es un árbol fundamental de la cultura bereber y norteafricana, endémico del territorio sahariano septentrional de Marruecos. Es el famoso arbolillo salpicado de cabras equilibristas del que se obtiene un aceite muy valioso, con tantas propiedades medicinales y hasta cosméticas que ha sido denominado oro líquido.
Su cultivo en España, en concreto en las secas y cálidas tierras del sureste, de condiciones similares a su lugar de origen, no ha arraigado, como sí ha ocurrido con otras especies introducidas en la época de dominación árabe en la Península Ibérica, que aún persisten, quizá porque no sea posible, intentos los ha habido y los sigue habiendo.
De la fascinación que causaba y causa el argán son varios los viejos arbolillos conocidos, centenarios o casi centenarios, resultado de antiguos cultivos puntuales que sí tuvieron éxito, en las provincias de Alicante y Murcia. Los más citados son los ejemplares alicantinos, hasta hace unas décadas los únicos españoles, a los que hacían referencia Diego Rivera (1998): «En la Península existe una localidad en la provincia de Alicante, donde sobreviven unos cuantos individuos cerca del mar» y Ginés López (2007): «En Alicante (Rincón de Santa María), no lejos del mar, en lugares pedregosos y fisuras de roca, a unos 60 m de altitud, hay dos ejemplares adultos y varias plantas arbustivas».
Sin embargo, con estás indicaciones sería muy complicado localizarlos porque este grupo de arganes se encuentra –más exactamente– cerca del Hogar Provincial de Santa Faz, e incluso sería necesaria la ubicación precisa para llegar a ellos y al más grande, vigoroso y fructífero de éstos, en la fotografía anterior.
Por otro lado, hasta 2006 no se produce el hallazgo del demasiado tiempo ignorado y hasta la fecha único (y viejo) árgán citado en Murcia, en Molina de Segura, muy cerca de la urbanización El Chorrico, que encontró Rubén Vives de Viveros Muzalé. Aunque se encuentra en buen estado el entorno ha sido severamente alterado, porque incluso a escasos metros se han producido desmontes y terraplenes, lo cual desluce visita y fotografía (la anterior). Además, curiosamente, no fructifica.
No obstante, lo anterior es sólo información, que puede encontrarse en bibliografía y Google, de tal forma que este año, en 2014, era obligada –ya de una vez– la visita a los arganes, a los alicantinos y al murciano, dos salidas de campo pendientes por fin tachadas de la lista, ambas realizadas en muy buena compañía.
30 de junio de 2014 · Archivado en la categoría General
En el Departamento de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena se han iniciado y desarrollado en los últimos años líneas de investigación en las que la botánica ganaba protagonismo a la ingienería agronómica. Por ejemplo, se ha trabajado con especies de flora silvestre amenazadas (Anthemis chrysantha, Astragalus nitidiflorus, etc.) y estudiado plantas autóctonas con valor ornamental.
En este sentido, el Doctor en Ciencias Biológicas y Catedrático de Producción Vegetal Juan José Mártinez Sánchez, que en el comienzo de la andadura de la Escuela Técnica Superior de Ingienería Agronómica había iniciado la creación de una colección de cormófitos en la universidad politécnica, con el objetivo de aportar a la comunidad científica, y a la sociedad, información –en muchos casos novedosa– sobre la biodiversidad del Sureste Ibérico y –en concreto– del territorio cartagenero, que alberga tan notables, raras y hasta –varias– exclusivas especies botánicas, impulsa en 2012 y 2013 la incorporación de material vegetal al herbario, en el marco de las investigaciones que el equipo que dirige centra en la flora silvestre.
Resultado del esfuerzo recolector de los dos últimos años el herbario de la Universidad Politécnica de Cartagena o Herbario UPCT ha visto incrementado hasta 3100 los pliegos en depósito, una cifra aún modesta pero que corresponde a material de especies de flora de especial interés para una colección de cormófitos del sureste de la Península Ibérica, Región de Murcia y Cartagena, obtenido en riguroso cumplimiento de los términos establecidos por autorización administrativa.
Es de esta forma, priorizando el crecimiento cualitativo al cuantitativo de la colección, en la que, quien escribe estas líneas, ha colaborado hasta el mismo día de hoy con el Herbario UPCT, mediante asesoramiento y recolecciones, con la que se cierra, para el autor de este blog, un periodo especialmente fructífero para el desarrollo profesional y personal como especialista en botánica.
17 de mayo de 2014 · Archivado en la categoría General
La botánica, como afición o profesión, si es posible como una mezcla inseparable de ambas, suele regalar fechas particularmente señaladas, por plantas y lugares especiales.
Ayer, 16 de mayo de 2014, era uno de esos días marcados en el calendario, se cumplían diez años de una jornada de campo en la que cuatro biólogos, guiados por Sergio Martínez Mendoza, visitabamos el primer garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus) que se redescubrió, junto a un camino secundario cerca de los Puertos de Santa Barbara.
El ejemplar que localizó Sergio, en una cuneta, era el primero que se volvía a localizar después de 95 años de este endemismo exclusivo de los cerros volcánicos del sur de la Región de Murcia, de los cabezos negros que se encuentran al oeste de la ciudad de Cartagena. El mazarronero y concejal de la ciudad, Francisco de Paula Jiménez Munuera, lo recolectó por primera y única vez en 1909 para el botánico Carlos Pau, y tuvo que transcurrir casi un siglo para que el biólogo cartagenero, de Los Dolores, repitiese el hallazgo de una planta que, hace una década, en 2003, incluso había sido considerada extinta, en la primera edición del Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenaza de España.
Volver al mismo lugar, con Sergio, diez años después, repetir y compartir una jornada (tarde) de campo tan especial, es de nuevo motivo para guardar un buen recuerdo botánico, en este blog, y señalar –aún más– la fecha en el calendario.
30 de abril de 2014 · Archivado en la categoría General, Opinión
Durante una visita al Noroeste murciano, a finales de marzo de 1998, los botánicos Pedro Sánchez Gómez y Felix Carrillo, de la Universidad de Murcia, junto al agente medioambiental Enemérito Muñiz, localizaron un raro narciso en la Sierra de Villafuerte, en el Arroyo Blanco, cuya particularidad principal, muy manifiesta y mayoritaria era -comprobaron entonces- que presentaba tallos con una única flor.
En este carácter distintivo y diagnóstico, destacado en la descripción latina: escapo frecuentemente unifloro (por encima del 99 % de los individuos), «scapo frequenter unifloro (supra 99 % individuorum)», se fundamenta el taxón Narcissus nevadensis subsp. enemeritoi Sánchez Gómez, A.F. Carrillo, A. Hern., M.Á. Carrión & Güemes in Fl. Murciana Inter. Nac. Eur. Protecc. Legislac.: 63 (1998), el narciso de Villafuerte, endémico y exclusivo de la sierra de Moratalla y dedicado al agente medio ambiental Enemérito.
Además, acompañan en la descripción al carácter unifloro de los escapos determinados datos cuantitativos de la planta, que fueron también suficientes para que se indicase, por Sánchez Gómez et al. (2000) en Anales Jard. Bot. Madrid 57 (2): 430, que «en concordancia con el carácter microespecífico que parece prevalecer en el tratamiento taxonómico del subgénero, nos ha parecido conveniente elevar nuestra subespecie al rango específico», en la nueva combinación Narcissus enemeritoi.
Sin embargo, como se apunta -de forma muy acertada- por Jiménez et al. (2009) en Folia Geobotanica 44, es el taxón Narcissus nevadensis Pugsley, en sentido amplio, el que podría englobar a Narcissus alcaracensis S. Ríos, D. Rivera, Alcaraz & Obón, N. nevadensis subsp. nevadensis Pugsley, Narcissus nevadensis subsp. enemeritoi Sánchez-Gómez, A.F. Carrillo, A. Hern., M.Á. Carrión & Güemes, N. segurensis S. Ríos, D. Rivera, Alcaraz & Obón y N. yepesii S. Ríos, D. Rivera, Alcaraz & Obón, taxones del subgénero Ajax Spach sección Pseudonarcissi DC. descritos en las sierras subbéticas de Albacete, Granada, Jaén y Murcia.
No obstante, sólo hay que echar un vistazo a las etiquetas del pliego tipo de Narcissus nevadensis subsp. enemeritoi (VAL 39861), en la imagen siguiente, para comprobar que el nombre Narcissus nevadensis, como tal, y en rango específico, únicamente, no se ha empleado para determinación de los ejemplares murcianos, y que las revisiones son, si cabe, aún más dispares.
Por si esto fuera poco, a la confusión que generan tan diferentes opiniones nomenclaturales de importantes botánicos se suma el escaso peso del carácter diagnóstico principal, porque los ejemplares bifloros, con dos flores, se han censado en porcentajes del 15 al 25 %, según año, en la población de Arroyo Blanco, muy lejos del «por encima del 99 % de los individuos» de la descripción del taxón Narcissus nevadensis subsp. enemeritoi.
En definitiva, y resumiendo, que muy posiblemente el taxón enemeritoi lo mejor que tiene es la dedicatoria a un gran agente medioambiental, Enemérito Muñiz.
Leer más: reportaje sobre el Narciso de Villafuerte (Narcissus nevadensis subsp. enemeritoi) en el Portal de Internet Región de Murcia digital (regmurcia.com)
28 de febrero de 2014 · Archivado en la categoría General
Cuando tengo frente a mi la imagen de la siguiente fotografía me encuentro como en casa. Y es que son ya seis años de colaboración con Región de Murcia Digital, incluido este, en el que los primeros contenidos de flora cumplirán además una década.
En 2004, siendo un joven veinteañero, tuve la gran suerte de que los responsables de contenidos del portal oficial de la Región de Murcia en Internet depositasen en mi su confianza para desarrollar el canal de flora, además de una importante consideración profesional.
Elaborar contenidos para Región de Murcia Digital era –entonces– y sigue siendo –ahora– una gran oportunidad, porque escribir sobre plantas y flores silvestres murcianas, en un medio de gran alcance y relevancia, contribuye a su conocimiento y divulgación.
También, comprobado, es la mejor vía para multiplicar la utilidad de la información aprendida durante años, y a su vez un sueño hecho realidad, ni tan siquiera imaginable hace diez años, para un especialista en botánica y buscador sin remedio de flores en el campo (y en cualquier lugar), que permite conectar y compartir tantos datos y singularidades recopilados en la biblioteca y en la memoria con una audiencia desconocida, hasta que deja de serlo, y se traduce en reconocimiento y agradecimiento personal.
31 de enero de 2014 · Archivado en la categoría General
Junto al Malecón, hoy día paseo, pero también como en su origen importante defensa frente a las avenidas del río Segura, el [primer] Instituto de Murcia creó un Jardín Botánico en el que se plantaron, además de especies para un huerto diverso, numerosos árboles mediterráneos y de otros rincones del planeta.
En la colección de árboles del Jardín Botánico de Murcia no faltaba –con gran acierto– un ciprés o sabina de Cartagena (Tetraclinis articulata), que por aquel entonces se conocía como alerce africano o árbol de la Sandáraca (Callitris quadrivalvis), especie del Mediterráneo occidental distribuida principalmente por el norte de África. Este actualmente viejo ejemplar, que por suerte aún se conserva, y tiene tronco de 1,40 m de cuerda y 12 m de altura, se encuentra cerca de la Puerta del Instituto o del «Nairobi», como la llamaban quienes conocieron la [primera] sala de fiestas en la que convirtieron el jardín, un uso, desmesuradamente festero, para el que aún se destina en la actualidad.
Curiosamente, de este ciprés o sabina de Cartagena escribe el botánico mazarronero Francisco de Paula Jiménez Munuera en 1908, en la publicación que complementaba a Plantas de Cartagena (1903), donde introduce adiciones y correcciones al primer catálogo de la flora cartagenera, en el que no había citado a Tetraclinis articulata, nueva para la flora de Europa en 1904. Cuando hace referencia por primera vez en uno de sus artículos a los escasos ejemplares europeos de Callitris cuadrivalvis que ha localizado silvestres en Cartagena dice, del ejemplar del Malecón, lo siguiente: «En el Jardín Botánico del Instituto de Murcia hay también un magnífico ejemplar que no tendrá menos de 6 a 8 m».
Es decir, esta sabina del Jardín Botánico de Murcia es un árbol singular y centenario, además de superviviente y testigo de los orígenes del jardín y del esplendor que habría que devolverle al menos a parte de este maltratado espacio verde de la ciudad. Es esto precisamente lo que están intentando los Amigos del Jardín Botánico de Murcia, con el biólogo José Pedro Marín a la cabeza, introduciendo especies nuevas en un parterre y vigilando que no sean excesivos algunos de los despropósitos que se llevan a cabo en el jardín y sus árboles. Si quieres, puedes ayudarles, completando y enviando la ficha inscripción gratuita a la Asociación, y participando en sus actividades, que tienen lugar casi todos los domingos por la mañana.
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