El Cabezo Gordo de Torre Pacheco nunca defrauda en otoño (después de lluvias importantes) a los botánicos o aficionados a la botánica. Entre piedras, escondido, prácticamente invisible, se encuentra la joya botánica del espacio natural: el chumberillo de lobo (Caralluma europaea), especie emblemática de la flora murciana, protegida por la normativa regional vigente, «Vulnerable» en el Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia y considerada como «En peligro de extinción» en la Lista Roja de la Flora Vascular Española.
Hasta sorprende que, en este Paisaje Protegido, pueda puede observarse sin mucha dificultad, en los pedregales, junto a pequeñas rocas, o en fisuras de las más grandes, donde tiene claramente su nicho ecológico en este territorio semiárido murciano. Bastará pasear y prestar atención, por cualquier sendero de la vertiente sur o de solana del cabezo, de camino a la Cueva del Agua o a la Sima de las Palomas, por ejemplo, al pie de laderas dominadas por un matorral –especialmente muy representativo– de cornical (Periploca angustifolia), que es hábitat de interés comunitario –muy raro y prioritario– según la normativa europea o Directiva Hábitats.
La fecha parece bastante clara. Si ha llovido previamente, al menos 20-30 litros por metro cuadrado, los tallos del chumberillo de lobo se recuperarán del verano, y en su extremo aparecerán botones florales, que se abrirán a mediados-finales de noviembre, sobre el día 20, momento del año que es perfecto para ver y fotografiar en floración a esta singular especie, exclusiva de Murcia y Almería en Europa continental, como demuestran tres buenos ejemplos, los otoños de 2014, 2015 y 2016; es evidente que se trata de una –regularmente– visita obligada, que casi con total seguridad hay que realizar o repetir en la última semana completa de noviembre.